Secretos temores.
Orin volvió a cambiar de postura en la silla y el incómodo asiento de plástico chirrió desagradablemente bajo su trasero. No podía dejar de sacudir la pierna ni de morderse las uñas; la inquietud con la que había entrado en la sala de espera del dentista, había tomado la forma de un puño en la boca de su estomago y desde hacía un buen rato crecía ahondando en sus entrañas, transformándose poco a poco en un pozo anegado de espesa angustia.
«Tranquilízate», se dijo. Limpió
con la manga de la chaqueta el sudor que le perlaba la frente. «Puedes hacerlo.
Otros no, pero tú puedes vencer este irracional temor. ¡Puedes hacerlo!».
A tirones se abrió el nudo de la
corbata; el aire que circulaba por su tráquea parecía arena que alguien
estuviera metiéndole por la nariz y la boca a paladas. Trató de tragar con
fuerza para liberar su garganta de la desagradable sensación, pero tenía la
boca tan seca que le costó mover la lengua.
«¡Ay, Dios!», se lamentó en
silencio. «¡No voy a poder! ¡Voy a salir corriendo otra vez!».
La puerta situada al fondo de la
sala se abrió, dando paso a una joven enfermera vestida de blanco. Consultó su
agenda y echando un rápido vistazo en derredor, anunció:
—Señor Scrivello, su turno.
«¡No!», pensó Orin con espanto.
«¡No puedo! ¡No!».
—¿Señor Scrivello? —insistió, clavando
en él una desaprobadora mirada.
Orin apretó la espalda contra el
respaldo de su asiento y aterrado, miró al resto de pacientes. El anciano de mejillas
hundidas, que sostenía en la mano una ajada dentadura postiza torpemente
envuelta en papel, le mostró su desdentada encia. El ama de casa de moflete
exageradamente hinchado y pupilas dilatadas por los fármacos, soltó una risita
siniestra, y la niña con la sonrisa deformada por una monstruosa ortodoncia, le
enseñó un tieso dedo corazón.
—¡Ellos están antes! —gritó,
señalándolos acusador—. ¡Es su turno!
—Por favor, señor Scrivello —La
enfermera avanzó hacia él con ominoso paso—. Otra de sus escena no.
—¡No! —gritó, cubriéndose el
rostro con ambas manos—. ¡Por favor, no! ¡Por favor! ¡Por favor!
El intenso pitido del despertador
le hizo incorporarse de golpe. Tardó unos segundos en comprender que había
vuelto a tener la misma espantosa pesadilla de siempre, aquella que le recordaba
su arraigado y obsesivo horror a los dentistas, y un poco más de tiempo en
lograr que su mente recuperara la cordura. Al cabo de veinte minutos estaba de
camino al trabajo, felizmente desembarazado de sus temores y con una triunfal
sonrisa en los labios.
Al entrar en la consulta, inspeccionó
con golosa mirada la sala de espera, repleta de pacientes que le contemplaron
con reverencial espanto.
—Buenos días, doctor Scrivello
—saludó la enfermera—. ¿Hago entrar al primero?
—Por supuesto —Orin se frotó las
manos con gesto codicioso—. Hoy necesito poner «manos a los dientes» cuanto
antes.
Y riendo a grandes carcajadas por lo que creía un
ingenioso juego de palabras, se dirigió a su consultorio.
18 comentarios:
Jajajaja, muy ingenioso y entretenido relato.
Saludos :)
Muy bueno y gracioso tu relato. Creo que lo has conseguido!!
Un saludo!!
Me ha gustado mucho el tono de tu relato. =)
¡Un beso!
Jajjjajjja. Qué bueno!! Los giros finales (la pesadilla y el verdadero rol del protagonista) son geniales!!! Enhorabuena, me ha gustado mucho.
Un besito
Me ha gustado el final, no me lo esperaba. Muy bueno. Un abrazo
Nut: Tu relato me dice que no es lo mismo "ser", que "hacer".
Se sobreentiende que en el fondo el dentista teme los procedimientos dentales, pero ama hacer sufrir a los demás ¡que cosas!
¡Muy bien!
Cariñosamente: Doña Ku
¡Qué originalidad!
Realmente el texto es genial. Gracias por compartirlo.
Besos.
Genial, me encantaron las metáforas y el final tan irónico ;)
La consulta al dentista desencadena las mas disparatadas situaciones, pero esta una de las mas divertidas que he leido. Genial
Ingenioso y sorprendente. Buen relato.
jajajajajaja, me encanto el final, muy tu estilo jajajajaja
¡Muy entretenido! me encantan tus relatos
Qué buen giro!! Me gustó!! Saludos :)
El dentista le tiene miedo a los dentistas! Me gusto bastante
Besos :)
Está muy entretenido con un final muy inesperado. Buen trabajo!
Me encanta el final inesperado. Excelente relato.
Muy creativo.
¡Hay de maldades a maldades pero esto rebasa mis limites! Un genial relato, aterrador y original . ¡Un abrazo!
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