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Proyecto Noviembre de Adictos a la Escritura: Las palabras prohibidas

http://us.123rf.com/400wm/400/400/stylephotographs/stylephotographs1105/stylephotographs110500053/9524456-dentista-mujer-trabajando-con-espejo-y-herramienta.jpgAquí estamos otra vez con un nuevo proyecto de Adictos a la Escritura. En esta ocasión el ejercicio consiste en escribir no más de quinientas palabras sobre un tema en concreto, sin utilizar determinadas palabras. En mi caso, de los tres temas propuestos, yo he escogido: un hombre en una consulta dental con fobia al dentista. Las palabras que no pueden aparecer son: miedo, terror, pánico, pavor, fobia. Tampoco se aceptan sus variantes pero sí sinónimos. A ver si lo he conseguido :)

Secretos temores.

Orin volvió a cambiar de postura en la silla y el incómodo asiento de plástico chirrió desagradablemente bajo su trasero. No podía dejar de sacudir la pierna ni de morderse las uñas; la inquietud con la que había entrado en la sala de espera del dentista, había tomado la forma de un puño en la boca de su estomago y desde hacía un buen rato crecía ahondando en sus entrañas, transformándose poco a poco en un pozo anegado de espesa angustia.
«Tranquilízate», se dijo. Limpió con la manga de la chaqueta el sudor que le perlaba la frente. «Puedes hacerlo. Otros no, pero tú puedes vencer este irracional temor. ¡Puedes hacerlo!».
A tirones se abrió el nudo de la corbata; el aire que circulaba por su tráquea parecía arena que alguien estuviera metiéndole por la nariz y la boca a paladas. Trató de tragar con fuerza para liberar su garganta de la desagradable sensación, pero tenía la boca tan seca que le costó mover la lengua.
«¡Ay, Dios!», se lamentó en silencio. «¡No voy a poder! ¡Voy a salir corriendo otra vez!».
La puerta situada al fondo de la sala se abrió, dando paso a una joven enfermera vestida de blanco. Consultó su agenda y echando un rápido vistazo en derredor, anunció:
—Señor Scrivello, su turno.
«¡No!», pensó Orin con espanto. «¡No puedo! ¡No!».
—¿Señor Scrivello? —insistió, clavando en él una desaprobadora mirada.
Orin apretó la espalda contra el respaldo de su asiento y aterrado, miró al resto de pacientes. El anciano de mejillas hundidas, que sostenía en la mano una ajada dentadura postiza torpemente envuelta en papel, le mostró su desdentada encia. El ama de casa de moflete exageradamente hinchado y pupilas dilatadas por los fármacos, soltó una risita siniestra, y la niña con la sonrisa deformada por una monstruosa ortodoncia, le enseñó un tieso dedo corazón.
—¡Ellos están antes! —gritó, señalándolos acusador—. ¡Es su turno!
—Por favor, señor Scrivello —La enfermera avanzó hacia él con ominoso paso—. Otra de sus escena no.
—¡No! —gritó, cubriéndose el rostro con ambas manos—. ¡Por favor, no! ¡Por favor! ¡Por favor!
El intenso pitido del despertador le hizo incorporarse de golpe. Tardó unos segundos en comprender que había vuelto a tener la misma espantosa pesadilla de siempre, aquella que le recordaba su arraigado y obsesivo horror a los dentistas, y un poco más de tiempo en lograr que su mente recuperara la cordura. Al cabo de veinte minutos estaba de camino al trabajo, felizmente desembarazado de sus temores y con una triunfal sonrisa en los labios.
Al entrar en la consulta, inspeccionó con golosa mirada la sala de espera, repleta de pacientes que le contemplaron con reverencial espanto.
—Buenos días, doctor Scrivello —saludó la enfermera—. ¿Hago entrar al primero?
—Por supuesto —Orin se frotó las manos con gesto codicioso—. Hoy necesito poner «manos a los dientes» cuanto antes.
Y riendo a grandes carcajadas por lo que creía un ingenioso juego de palabras, se dirigió a su consultorio.

18 comentarios:

Gabriela Szuster (Gamyr) dijo...

Jajajaja, muy ingenioso y entretenido relato.
Saludos :)

Raquel Campos dijo...

Muy bueno y gracioso tu relato. Creo que lo has conseguido!!
Un saludo!!

Elisa dijo...

Me ha gustado mucho el tono de tu relato. =)
¡Un beso!

Anuca dijo...

Jajjjajjja. Qué bueno!! Los giros finales (la pesadilla y el verdadero rol del protagonista) son geniales!!! Enhorabuena, me ha gustado mucho.
Un besito

jldurán dijo...

Me ha gustado el final, no me lo esperaba. Muy bueno. Un abrazo

Dora Ku dijo...

Nut: Tu relato me dice que no es lo mismo "ser", que "hacer".
Se sobreentiende que en el fondo el dentista teme los procedimientos dentales, pero ama hacer sufrir a los demás ¡que cosas!
¡Muy bien!
Cariñosamente: Doña Ku

Lydia Pinilla dijo...

¡Qué originalidad!
Realmente el texto es genial. Gracias por compartirlo.
Besos.

María dijo...

Genial, me encantaron las metáforas y el final tan irónico ;)

Cloe dijo...

La consulta al dentista desencadena las mas disparatadas situaciones, pero esta una de las mas divertidas que he leido. Genial

Unknown dijo...

Ingenioso y sorprendente. Buen relato.

sakurainue dijo...

jajajajajaja, me encanto el final, muy tu estilo jajajajaja

Kimberly G. Hernandez dijo...

¡Muy entretenido! me encantan tus relatos

Unknown dijo...

Qué buen giro!! Me gustó!! Saludos :)

Kat! dijo...

El dentista le tiene miedo a los dentistas! Me gusto bastante
Besos :)

Sarah Fernandez dijo...

Está muy entretenido con un final muy inesperado. Buen trabajo!

Virgil Phoenix dijo...

Me encanta el final inesperado. Excelente relato.

Lionel H. dijo...

Muy creativo.

María O.D. dijo...

¡Hay de maldades a maldades pero esto rebasa mis limites! Un genial relato, aterrador y original . ¡Un abrazo!