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Proyecto Adictos a la escritura: Especial Halloween

Pues aquí estoy de nuevo con un proyecto de Adictos a la escritura. Es mi primera participación este curso, a ver que os parece. El tema, está claro, ¿verdad? Halloween :)

Monstruos de papel.

—Los monstruos están ahí siempre que cierro los ojos.
—Los míos aparecen cuando los abro.


—A ver… ¿quién quiere salir ahora? —preguntó Mary.
Varias docenas de manos infantiles se alzaron con precipitación, sacudiéndose en el aire para mostrar su descontrolada impaciencia. Mary las contempló henchida de orgullo; el entusiasmo de sus pequeños alumnos de seis años siempre la llenaba de una satisfacción profesional que en ocasiones rozaba peligrosamente la inmodestia.
—Jason —Apuntó con el mentón a un niño regordete sentado en el tercer pupitre de la fila central—. ¿Quieres enseñarnos tu dibujo?
Jason bajó de la silla ilusionado, tanto que los nervios le hicieron trastabillar y apunto estuvo de caer al suelo. Los otros alumnos celebraron su torpeza a carcajadas, pero él, luciendo una sonrisa pintada de chocolate, correteó con el dibujo apretujado entre los dedos hasta donde su profesora le esperaba, ignorando alegremente las agudas risas.
—¿Cómo se llama tu monstruo, Jason? —le interrogó la mujer acuclillándose a su lado.
El niño estiró los brazos y mostró su obra a los expectantes compañeros sujetándola con ambas manos; tan tensa era su pose que el papel amenazaba con rasgarse.
—¡El Terrible Hombre Brócoli! —anunció usando un tono grave que pretendía asustar; pero lo único que logró fue arrancar más risotadas infantiles. En el papel, entre pegajosas manchas, se podía apreciar una figura imprecisa, que recordaba vagamente a un ser humano de color verde musgo con cabeza de alcachofa.
—¿Y qué te da miedo del “terrible hombre brócoli”? —inquirió Mary recolocando detrás de la oreja del crío un rizo rebelde de su negra pelambrera.
—Mis padres dicen que si no me como todo el brócoli vendrá él y me comerá a mí — declaró abriendo mucho los ojos y asintiendo con el convencimiento de un erudito.
La sonrisa benevolente de Mary no desapareció, pero tras sus labios los dientes se apretaron hasta rechinar unos contra otros.
Los padres, siempre ellos. Necios egoístas que infiltraban en aquellas maravillosas mentes miedos y baldías supersticiones, sin querer ser conscientes del daño que sembraban. En honor a esos padres olvidadizos y patéticos, empeñados en repetir con sus hijos los mismos errores que sus progenitores cometieron con ellos, cada Halloween ponía en práctica junto a sus niños “el pequeño exorcismo del monstruo”, como le gustaba definir aquel sencillo experimento más sicológico que pictórico.
—Pero no tenemos que tenerle miedo, ¿verdad, Jason? —El niño sacudió la cabeza a un lado y a otro con tanta fuerza que le temblaron los mofletes—. Porque los monstruos…
—¡No existen! —concluyeron los niños con un grito triunfal y escandaloso.
—Por eso no pueden hacernos daño —sentenció Mary, irguiéndose con aire victorioso, acogiendo aquellas voces estridentes como el mejor premio a sus esfuerzos.
Si de pequeña alguien hubiera tenido la deferencia de ayudarla a deshacerse de sus monstruos como ella ayudaba a sus alumnos, quizás su infancia no sería el lúgubre recuerdo invadido de sombras e indefinidos temores que era.
«Como no te portes bien, vendrá el Hombre Oscuro y te hará cosas malas».
Durante años, aquella repetida amenaza doméstica la hizo vivir en un estado de aprensivo nerviosismo. Creció como una niña asustadiza e insomne, que por las noches, al cerrar los ojos, intuía en los rincones de su dormitorio la presencia agazapada de aquel hombre sin rostro que aguardaba alerta para saltar sobre ella justo en el instante en que dejara de ser una niña buena. Un ser de quien únicamente sabía que existía para causarle un incierto daño que por desconocido, era aún más aterrador.
—¿Quién quiere salir ahora? —preguntó, desterrando de sus pensamientos al Hombre Oscuro, obsoleto fantasma vencido hacía ya mucho tiempo a fuerza de voluntad, y animando a Jason con un empujoncito maternal a regresar a su asiento.
De nuevo los niños apuntaron al techo con sus enérgicos brazos semejantes a delgadas lanzas; incluso aquellos que ya habían participado mostrando su dibujo se unieron al resto, deseosos de repetir aquel instante de inocente gloria. Y de nuevo Mary, para su disgusto e igual que había ocurrido en cada anterior ocasión, percibió la ausencia de una mano alzada en el último pupitre de la fila junto a la ventana; la niña que lo ocupaba, fiel a su mal hábito, no se había dignado a mostrar el más mínimo interés por lo que sucedía a su alrededor. Mary torció el gesto. En cada curso, con cada nueva avalancha de niños, aparecían uno o dos alumnos que, por indescifrables motivos, le inspiraban un frío rechazo, el cual, aún siendo poco profesional, se veía incapaz de remediar; ese era el caso de aquella criatura introvertida y taciturna. No sabía que detestaba más de ella, si el pelo encrespado y negro que coronaba su testa invariablemente inclinada, el rostro macilento y anguloso, los huidizos ojos azules que nunca miraban directamente a nadie o la inquietud y repulsa que inspiraba en los otros alumnos.
—Lily, ¿has hecho tu dibujo? —le preguntó, a sabiendas de que muy posiblemente no había cumplido con su tarea.
Lily no respondió, se levantó sin alzar la vista y tomando de su pupitre una hoja de papel, caminó con pasos cortos y amortiguados bajo la mirada atenta y silenciosa de los demás alumnos. Al llegar junto a Mary se detuvo, con los huesudos brazos fláccidos a los lados del cuerpo y la hoja pendiendo de su mano inerte.
—¿Cómo se llama tu monstruo? —le interrogó, alzando suspicaz una ceja.
—El Hombre que Sonríe —respondió en un susurro.
Algunas risitas afloraron entre los niños.
«El hombre que sonríe», pensó Mary, resignada. «¡Qué falta de imaginación!».
—¿Y por qué te da miedo? —continuó, sin mucho interés.
—Porque por las noches se mete en mi cama —respondió en una pausada locución que hizo que todos los ojos se posaran en ella con recelosa curiosidad—. Se sienta encima de mí, me aplasta y me hace daño.
Mary percibió la corriente de alarma que. semejante a un latigazo, recorrió el aula.
—No te puede hacer daño —se apresuró a corregir Mary—. Porque los monstruos…
—¡No existen! —corearon los niños, pero sin el entusiasmo esperado.
Lily inclinó un poco la cabeza para poder mirar de soslayo a su profesora.
—Él mío sí—musitó con voz ronca.
No supo si fueron los inesperados golpes en la puerta lo que la hicieron dar un respingo o la visión fugaz de las hondas, dilatadas y huecas pupilas, que eran los ojos de la niña.
—Señorita Renfield —la airosa cabeza de la directora asomó tras la puerta—. El señor Myers, el padre de Lily, ha venido a recogerla —anunció—. Tiene cita con el médico.
—Ve a por tus cosas —No sin cierto alivio, Mary empujó a la niña apartándola de su lado—. No hagas esperar a tu padre —le instó, al tiempo que distraídamente tomaba la hoja que Lily le tendía—. Ningún monstruo es real. Sólo existen en los cuentos —recitó examinando reprobadora el dibujo—. Por eso no pueden hacernos daño.
«Ni seres imaginarios sabe dibujar», caviló con desdén mientras contemplaba la torpe ilustración, esbozada en el papel, de un hombre alto y completamente calvo, que lucía una sonrisa ancha trazada de oreja a oreja y por ojos, un par de borrones azul cobalto pintados con exagerado vigor.
—Gracias, señorita Renfield —oyó decir desde la entrada a una voz desconocida.
Se giró y lo vio. Al hombre alto, calvo, con su blanda sonrisa de oreja a oreja y sus ojos profundos, azules, penetrantes hasta la repulsión, sujetando la mano de su hija Lily. Y también el rostro de la niña vuelto hacia ella, mirándola directamente por primera vez. Vio las pupilas inyectadas de un inhumano espanto, vio los mortecinos labios silabeando un tembloroso y mudo alarido de auxilio… y la sangre se le volvió hielo en las venas. Fue entonces cuando Mary Renfield comprendió una verdad irrebatible: los únicos monstruos que no podían causar daño, eran los de papel.

24 comentarios:

tyess dijo...

Lo dicho, los peores horrores no son los fantasmas y los vampiros. Ni siquiera los payasos demoníacos o los extraterrestres. Hombre, ¡Ni siquiera el brócoli!
Y pensar que la historia inició tan divertida... Ahora a Mary le toca reportarlo a las autoridades...

Déborah F. Muñoz dijo...

cierto, los peores monstruos son los que existen en la realidad y no en la imaginación

hada fitipaldi dijo...

Escalofriante, en el sentido literal de la palabra. Tu forma de escribir me maravilla, y es que tienes un poder para trasmitir las sensaciones que admiro. Me ha encantado el relato, el perfil de la profesora y su forma de ver a la pequeña Lily. La realidad supera siempre a la ficción, y en este caso lo relatas a la perfección. Besoss

osnolasaga dijo...

Real como la vida que llevan algunos niños que viven ese tipo de cosas tan espantosas. Los niños son un libro abierto y tienen miles de maneras de pedir ayuda, sólo hay que saber interpretar las señales... y Lily no podía ser más clara.
¿Para qué inventarse un ser terrorífico si ese ser realmente existe en tu vida?
Ha sido realmente impresionante, me ha encantado.
Ojalá los monstruos sólo existiesen en la imaginación.

Noche Homoerotica dijo...

Has conseguido ponerme los pelos de punta,se me quedado el cuerpo lo mismo cuando miras una peli de terror. Me encanta. Un saludo

Aeren dijo...

Me has puesto los pelos como escarpias. Eres una artista Nut, talentosa de las palabras y por lo que veo de cualquier genero con el que te atrevas...te admiro ^^

Selin dijo...

¡Uf! La desesperanza mostrada en una cruda realidad que hace daño solo de pensar que existe. Enhorabuena, Nut.

Ely Grados dijo...

Escalofriante relato!

Hola Nut!

Como siempre Nut tu trabajo es de primera!

Besos~♥♥

KaRoL ScAnDiu dijo...

Ufff... los pelos de punta y la nuez de la garganta hecho u garbancillo... escalofriante y del peor terror que hay: el real y que ocurre mucho más a menudo de lo que quisiéramos que ocurriera...
Genial, mi Nut. ^^

Feliz Halloween:D

Patricia K. Olivera dijo...

Realmente muy aterrador, porque esas verdades son más aterradoras que cualquier monstruo que padres bien intencionados nos pueden inventar.
Quiza en esta historia esa haya sido la primera y única vez que esta niña pidiera ayuda y contara su verdad.
Me erizó la piel,me parece una forma muy original de denuncia.

un gusto leerte!!

Nerea García dijo...

Pobre niña :(
Me ha gustado el mensaje y el relato pero creo que la profesora debería haberse dado cuenta antes y ver más allá de que a la pobre Lily le falte imaginación. ^^"

La Novia dijo...

Buenísimo Nut!!!! Mustras una realidad tan terrible de aquellos monstruos que sí existe y que son precisamente los que nunca debieron existir...

Tremendo escrito Chica!!!!!!

Beso

Lu... dijo...

Jo! Eso me dejo O_O
Debo decir que es una de las historias mas interesantes que he leído hasta ahora. Me atrapo la historia y sin duda me encanto.
Un beso
Lu

PD: Eso demuestra cuanto oculta nuestro mundo.

PukitChan dijo...

Qué escrito... tan crudo, tan cierto, tan temible... Un realidad que no sólo se presenta en una noche al año, nada de eso...

Me dejó esa sensación en el estómago, ya sabes, ese hueco, ese nudo en la garganta. ¡Es perfecto para describir algo así! Sólo tú crearías un ambiente así. ^^

Felicidades, Nut.

Athena Rodríguez dijo...

El ritmo de tus letras es avasallante, para mi es un privilegio poder leerte, agradezco enormemente la sinceridad y el tacto de la historia tus personajes han cobrado vida en mi mente de manera aterradora, pero sublime también.

Completamente de acuerdo con la última línea y tu tagline ha quedado hermoso, ¡Felicidades!

Laura S.B. dijo...

Se me han puesto los pelillos de punta. COmo siempre, inmejorable.

Por cierto, que cambio ha dado tu blog desde que no vengo.

Plekito dijo...

El entorno en el cual se desarrollo la trama es tan al día al día por todo el mundo y siemper debemos de recordar que la realidad es lo que mas llega a aterrar a la gente. Tmb a su vez, me dio una profunda tristeza que la nena se sintiera tan vulnerable de todo y que la profesora se haya tenido que enterar de una manera asi, tratando de asumir con su frase a los demas de que los monstruos no existen... Este, a decir verdad, existe =S.

Excelente tu relato!! Mis mas sinceras felicitaciones. Un abrazo

Kat! dijo...

increíble relato. Creo que has encontrado representar a un verdadero monstruo
Besos :)

Mircea dijo...

Congelada me quede yo al terminar de leer tu relato. Simplemente excelente, me has dejado sin palabras, hasta creo que llegare a sonar redundante, pero como siempre, nunca decepcionas.
No hay peor monstruo que uno tan real y cercano.

Saludos, y nos estamos leyendo~

ibso dijo...

Mi admiración más sincera por este crudo relato.
Un saludo
ibso

Ferati dijo...

Absolutamente genial... no puedo decir nada mas.
Me has metido en la historia...

Un beso.
=)

Unknown dijo...

Joder niña! me has puesto los pelos como escarpias...

lizet dijo...

Que historia espeluznante!!Realmente el relato es hermoso y terrorifico. Quien dijo que los zombies, vampiros y espiritus malignos asustan????
Que buen trabajo Nut sos genial!

Nut dijo...

Chicas, a todas, muchisimas gracias por la acogida que le habéis dado a mi relato. Me hacéis muy feliz. Disculpad el no haber comentado antes pero entre una cosa y otra ando perdida. Nos leemos en el próximo proyecto. De nuevo muchas gracias :)