Y el género que corresponde a la imagen es Fantasía. Mi relato se titula Sueños en una botella y podéis leerlo a continuación. Se agradecen comentarios y consejos para mejorar la historia.
Sueños en una botella.
Extendió
el brazo y su mano acarició la soledad de las sábanas; el tacto frío en los
dedos le hizo girar la cabeza.
—¿Francesca?
—murmuró somnoliento. La intensa luz que se adentraba en el dormitorio a través
de la ventana, le forzó a parpadear—. ¿Qué hora es?
Trabajosamente
se sentó en el borde de la cama. Mientras que con una mano se frotaba el
rostro, con la otra trasteó por la superficie de la mesita de noche en busca de
su reloj de pulsera. Los dedos chocaron contra algo que rodó con un lento
rumor. Miró y vio una botella de cristal aproximándose el borde del mueble. Era
de tamaño mediano, transparente, con un corcho blanco por tapón y en su
interior guardaba un puñado de arena fina y blanquecina. Detuvo su movimiento y
con el mismo gesto indiferente agarró el reloj y consultó la hora. Los dígitos
marcaban las siete de la mañana y eso le resultó extraño. Había mucha luz en la
habitación, una luz resplandeciente, cálida, acariciadora, más propia de un veraniego
mediodía en la playa que de un amanecer otoñal en plena metrópoli.
Tiró
el reloj sobre la mesita de noche; era evidente que no funcionaba bien.
—Genial
—gruñó, levantándose—. Ahora llego tarde al trabajo.
¿Y
Francesca? ¿Y los niños? ¿También se habían quedado dormidos?
—¡Francesca!
—llamó, sin obtener respuesta—. ¿Por qué no me has despertado?
Salió
al pasillo; allí también brillaba el sol. Se colaba por el largo tragaluz del
techo y era tanta la claridad, que resultaba molesto. Al llegar frente al dormitorio
del pequeño de la familia, se asomó dentro. Las sabanas revueltas, los peluches
desperdigados por el suelo; torció los labios en un gesto de resignación, aquello
era lo habitual en el inquieto Miles.
—¡Niños!
—Miró en el cuarto de Abby. Su cama también estaba vacía y deshecha, aunque a
diferencia de su hermano, Abby prefería el orden y todos sus juguetes formaban con
marcialidad en las estanterías—. ¿Estáis desayunando?
Fue
hacia la cocina. Al empujar la puerta de vaivén, el resplandor del sol le hizo
guiñar los ojos. Las formas de muebles y objetos se difuminaron y por un
instante todo dentro de aquella estancia fue una amalgama de luz y colores.
Cuando su visión se adaptó a la profusión luminosa, distinguió sobre la mesa los
restos de un copioso desayuno.
—Pero...
—Desconcertado, se rascó la cabeza—. ¿Desayunan y se marchan sin despertarme? ¿Qué
mosca le ha picado a Francesca?
Fue
hacia el frigorífico y al ir a abrir la puerta, su vista recayó sobre un trozo
de papel sujeto a la nevera con un imán en forma de palmera. En él, Francesca
había escrito con su delicada y firme letra: «Cariño, recuerda que el martes
llevo yo a los niños al colegio». El garabato de un corazón hacía las veces de
firma.
—¡Ah,
sí! —Sacó un tetrabrik de leche de la
nevera y se sentó a la mesa—. Hoy es martes.
Se
sirvió la leche en la taza de Abby y bebió con tranquilidad mientras observaba una
botella de cristal con tapón de corcho tumbada en la mesa, entre la caja de
cereales, la bolsa de pan de molde y el paquete de galletas con muesli.
—¿Hoy
es martes? —dudó—. Qué extraño. —Bebió un par de sorbos sin perder de vista la
botella—. No recuerdo que ayer fuera lunes. De hecho no recuerdo que día fue
ayer.
Alargó
la mano e hizo rodar la botella adelante y atrás. La arena que contenía se removió
lanzando algunos destellos dorados.
—Pero
sí recuerdo...
Recorrió
con la mirada su entorno. Se detuvo en los vasos y platos haciendo equilibrio
en el fregadero; en la maceta de geranios sobre el alfeizar de la ventana con
sus tres rojas flores recién abiertas; en el periódico doblado en dos en la
esquina de la mesa, manchado de mermelada; en el desordenado estante de las
especias; en las migas de pan sobre la encimera, junto a la tostadora; en el
conejito de peluche de Miles tirado bajo la mesa; en la nota pegada en la
puerta de la nevera.
—Todo
esto... Lo recuerdo. Ya lo he visto antes. ¿Estoy sufriendo un déjà vu? —se preguntó.
Sonó
el teléfono. Su repentino timbrazo no le sobresaltó; sabía que iban a llamar. Con
la botella en la mano se levantó para coger el inalámbrico, que se hallaba en
la encimera. Titubeó unos segundos antes de descolgar; sabía lo que iba a escuchar.
—¿Diga?
Una
voz habló; alguien decía sentirlo mucho. Sentía darle aquella noticia sobre un camión
y un camionero ebrio, y muchas víctimas inocentes.
La
botella resbaló de sus dedos, cayó pesadamente y se hizo añicos contra el suelo
sin hacer ruido. Los fragmentos de cristal salieron despedidos en silencioso
vuelo, la arena voló centelleando bajo la luz del sol.
Se
despertó de golpe; sudoroso, con un lamento estrangulado en la garganta.
—Cariño,
¿qué pasa?
Con
un rápido movimiento se incorporó. Miró a su mujer, tumbada a su lado sobre una
toalla, y a sus hijos, que jugueteaban al borde del mar, tratando de esquivar
las lentas olas que lamían la orilla. Confuso, contempló el lugar, las palmeras
en el extremo de la playa, la vieja barca de pescadores, la tostada arena.
—¿Estás
bien? —preguntó Francesca; giró el cuerpo y apoyándose en el antebrazo,
contempló a su marido. Lucía en la cabeza una pamela, vestía un reducido bañador
y entre las manos sostenía un libro—. ¿Un mal sueño?
—Una
pesadilla. —Alzó el rostro hacia el cielo, con la mano como visera para
protegerse los ojos; el sol brillaba en lo más alto con una intensidad
acogedora y deslumbrante—. La de siempre. La casa está vacía. La cocina
desordenada. Tú y los niños no estáis. Y entonces la llamada...
Francesca
acalló sus palabras acariciándole el rostro, consoladora.
—Solo
es un sueño. Nada más. Tus hijos están bien, yo estoy bien. ¿Ves?
Asintió,
abstraído. Se puso en pie y respiró hondo; el aire olía a mar y algas, y el
sabor a sal le cosquilleaba en el paladar. Sintió el calor del sol sobre su
torso desnudo, escuchó las risas de sus hijos, el susurro de las hojas de
palmera agitadas por la brisa marina. Sí, había sido un sueño, claro que sí.
Se
encaminó hacia la orilla; a cada paso los pies se le hundían en la cálida
arena. Deteniéndose donde las olas rompían, mansas y espumosas, observó la
línea infinita del horizonte, y el océano, semejante a una inmensa alfombra turquesa,
que se desplegaba ante él.
«¡Qué
paz!», pensó. «Es perfecto».
Bajó
la vista. Las olas alcanzaban sus pies y se retiraban, una y otra vez. Y una y
otra vez arrastraban un objeto cilíndrico envuelto en espuma que tintineaba al
rodar sobre guijarros y conchas. Se inclinó para recogerlo y el agua le enfrió
los dedos cuando se cerraron alrededor de la botella. Contempló la arena en su
interior, blanca, muy blanca, salpicada de doradas motas que chispeaban bajo la
luz del sol.
—Un
sueño —musitó, acometido por un repentino y helado estremecimiento.
Y
al girar la cabeza vio a su mujer sentada en la arena sonriéndole con su
tranquilo optimismo, y a sus hijos corriendo por la playa persiguiéndose entre
risas y gritos, y todo envuelto en la luminosidad placida e irreal de los
sueños.
Abrió
la mano y dejó que la botella resbalara de entre sus dedos. Las aguas se la
tragaron mientras él abandonaba la orilla para reunirse con su familia.
20 comentarios:
Hola Nut, siempre es un placer leerte. Tu relato me ha encantado, me parece que narras de maravilla, con los cinco sentidos literalmente. No he entendido muy bien el final, aunq supongo q es todo real , verdad? Felicidades por el relato. Besikos
Nut: Tu relato me pareció muy bien narrado, hace reflexionar a cerca de lo que significa la familia. Hay que disfrutar la felicidad, mientras se tenga.
Cariñosamente: Doña Ku
Me ha gustado mucho tu relato, muy bien narrado y muy intrigante con el sueño!!
Felicidades!!
Buenas noches y mucho gusto :)
Me encantó tu relato, es conmovedor y cargado de una honda y silenciosa tristeza. Es muy bella tu forma de narrar.
Un beso,
Ellora.
Maravillosas descripciones, el relato me deja un poco de tristeza el final porque creo que aun esta soñando, pero es muy bueno, felicitaciones :)
Maravillosas descripciones, el relato me deja un poco de tristeza el final porque creo que aun esta soñando, pero es muy bueno, felicitaciones :)
Hola Nut, es primera vez que llego a tu blog.
Felicitaciones, el cuento tiene una atmósfera llena de imágenes que me trasladó a esa playa mágica donde la familia sigue viva.
Me gustó el final, realmente dulce a pesar de que como Inna, creo que no es la realidad :(
Bien logrado. Abrazos!
Felicidades por tu relato, me gusto el final, ya estaba esperando que algo muy malo hubiera pasado. Relatas muy bien, saludos.
Hola!
Un relato muy descriptivo, y muy mágico. El final deja la opción de imaginar si es la realidad o sigue siendo un sueño. Muy bien narrado.
Un placer leerte!
Saludos!!
Buenas Nut, me han gustado mucho las descripciones, es un relato muy visual. Felicidades.
¡Me encanta cómo describes! Son tan detalladas que puedo imaginármelo todo en la cabeza. Me gustó mucho la diferencia entre la realidad y el sueño. ¡Un beso!
Muchas gracias a todas por leerlo y por vuestros comentarios. Me alegra que haya diferentes interpretaciones. La idea era, como apunta Patricia, que quedara en el aire si pasa de la realidad al sueño o viceversa, y parece que no va del todo mal encaminado.
Gracias :)
Uhm... esa insistencia en convencerse de ello, me da la impresión de que el sueño es ese. Y sin embargo, no termino de entender el significado de la botella... ¿un mensaje que decidió ignorar?
Una historia fascinante, susceptible de múltiples interpretaciones y ensoñaciones por parte del lector. Yo, en la parte que me toca, veo representados los sueños del protagonista reflejados en la botella, esos sueños que en ocasiones se deben ignorar si con ello se puede desestabilizar la paz familiar. Hubo de elegir y así lo hizo...a su familia. Precioso.
Ay, Nut! leer un relato tuyo y no salir enamorada de la historia es imposible!
Qué bien narras la historia! cuántas emociones transmites!
Hermoso texto!
Besotes!
Precioso, triste y dulce, muy bien narrado :)
Hola Nut;
Me ha gustado mucho el relato. Muy bien narrado, muy sensorial y atrayente todo. Me ha parecido un gran ejercicio. Aunque, si te soy sincera, el final me ha resultado algo confuso. No lo he entendido del todo. Pero bueno, quizá soy un pelín burra.
Supongo que sólo era un sueño, pero a mí me ha dado la impresión de que era más como un sueño premonitorio, sobre todo porque al final encuentra la botella. No sé... En fin, que está muy bien.
Saludos.
Gracias de nuevo por vuestro comentarios. Deciros que si el final no os queda claro, no es por vosotras ni mucho menos, sino por el relato en sí que tiene lo que algunos llaman un final sugerido, es decir se dan algunos indicios de la solución del conflicto sin dejar claro si lo es o no. Otros lo llamarían final abierto, es decir, un final que deja al lector con la incógnita. Al margen de los finales, en mi opinión, cuando a un lector no le queda claro algunos aspecto del relato, muy posiblemente sea porque el escritor no ha podido transmitir todo lo que quería contar. Creo que esto daría para un interesante debate :)
Un relato muy interesante, que te deja en suspenso todo el rato hasta el final, donde no se aclara. Echando un vistazo a los comentarios (incluído el tuyo) debo decir que tuve la misma duda por un segundo, ya que a veces es el escritor inexperto quien no se sabe explicar, y otras lo hace a propósito. Yo creo que tú lo hiciste a posta para que cada uno decidamos e imaginemos nuestra propia historia, me encanta eso. Así que te digo, como reina del drama que soy, que lo del accidente fue verdad y la botella se rompió trasladándole a un final alternativo, dentro de la botella, con su familia viva. Eso o está viviendo en su mente traumatizada xD En fin, un placer leerte ;)
Me ha gustado mucho! Muy bien llevado.
Saludos!
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