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Sensaciones · Adictos a la Escritura · Proyecto Enero

Hola, de nuevo estoy aquí con otro proyecto de Adictos a la Escritura (por fin, que llevaba varios meses sin poder participar por falta de tiempo). En este caso, el ejercicio tenía que plasmar las sensaciones de un personaje no convencional que previamente había sido propuesto. Para ello, cada participante ha aportado el suyo y después reunidos todos en una lista, ha escogido uno diferente del propuesto para hacer aún más interesante el ejercicio.
Yo he escogido... bueno ya lo veréis :)
Y aquí os dejo mi relato.

Testigo

Zigzagueé pegada al techo de la habitación desplegando mi consabida habilidad. Esquivé una alargada lámpara de tubos fluorescentes que se cruzó en mi camino y descendí con un vuelo acrobático hasta medía altura, para emprender un elegante revoloteo circular de reconocimiento; mi larga vida de casi veinte días me ha enseñado que es fundamental estudiar bien el terreno antes de realizar una incursión en campo enemigo. No tardé en detectar la presencia de cuatro humanos en la reducida y luminosa habitación. Uno de ellos se hallaba tumbado de espalda en una camilla con los brazos en cruz sobre unos estrechos soportes. Los otros tres se movían a su alrededor sin prisa pero con gestos tensos, propios de quien preferiría estar en cualquier otro lugar.
Después de media docena de giros amplios aparentando adormecimiento —las moscas, nada más nacer, aprendemos a fingir con efectividad cierto grado de atontamiento que inspire en nuestros enemigos la equívoca idea de que somos lentas, torpes y estúpidas— intuí que perdía el tiempo en aquella estancia. No sin cierta sorpresa constaté que, ni captaba olores apetitosos ni lograba detectar elementos comestibles, de hecho, el lugar resultaba desagradablemente impoluto.
Hice ostensible mi disgusto con un ruidoso zumbido que llamó la atención del humano que vestía una bata blanca. Me echó un rápido vistazo con esa detestable displicencia tan propia de su especie y que tan humillante nos resulta a todos los dípteros y volvió a lo suyo; en momentos así caigo siempre en la vulgaridad de querer poseer ese grosero apéndice del que tanto presumen las avispas.
Yo, que no soy temeraria pero gozo de un temperamento impetuoso, inicie un picado veloz digno de mi talento, que concluyó con un perfecto vuelo rasante sobre la cabeza del tipo de la bata. Su manotazo ni llegó a alterar el aire a mi alrededor.
Aproveché para descender sobre el individuo tendido, disfruto especialmente alterando el sueño de los humanos, y dancé con elegancia durante unos segundos cerca de su oreja. No hizo ningún gesto, lo que me llevó a suponer que estaba profundamente dormido, pero al planear sobre su rostro puede apreciar que tenía los ojos muy abiertos y las pupilas clavadas en el techo. Completé un rápido vuelo hasta la palma de su mano y allí me posé. Descubrí con agrado que su piel estaba revestida de una deliciosa película de sudor, algo fría para mi gusto pero no soy especialmente sibarita a la hora de alimentarme, he vivido largos minutos de escasez que me enseñaron por las malas a no dejar pasar ni una sola oportunidad de nutrirme. Mientras succionaba la sabrosa secreción percibí un leve movimiento bajo mis sensibles patas, un estremecimiento continuado que, no obstante, apenas me inquietó; mi desarrollada intuición me decía que aquel humano no se preparaba para asestarme un traicionero golpe, simplemente temblaba.
Fue otro de los humanos, uno ataviado con uniforme policial, el que, al aproximarse inesperadamente, me sobresaltó lo suficiente como para obligarme a optar por una huida a tiempo. Aproveché el apresurado vuelo para volver a inspeccionar mi aséptico entorno; como mosca experimentada con muchos días en mis alas, puedo hacer más de una cosa a la vez. Advertí entonces, que el humano uniformado observaba como el de la bata manipulaba unos tubos delgados y traslucidos, terminados en unos alfileres estremecedoramente largos y gruesos, que insertaba bajo la piel de los brazos del yaciente.
Para no faltar a la verdad, he de admitir que aquel comportamiento me provocó curiosidad. Me considero una experta en conducta humano, he sido testigo de las actuaciones más incongruentes y casi siempre he sabido darles un significado —casi siempre, porque por mucho que considere a las mariposas seres inútiles y pretenciosos, nunca entenderé la necesidad de ensartarlas con un alfiler y ver como se debaten entre la vida y la muerte— pero el por qué de aquello que veía se me escapaba.
Me posé en una pared lateral, en realidad un gran ventanal de cristal, y me entretuve en acicalar mis alas y lustrar mis ojos al tiempo que observaba la escena. ¿He comentado ya que puedo realizar varias tareas al mismo tiempo?
De repente, un golpe brusco en el cristal que hizo vibrar violentamente toda la superficie, me recordó lo efímera que es la vida. Zumbé a toda velocidad hacia el lugar más inaccesible, la lámpara fluorescente, y desde allí constaté que la causa de mi justificado pavor, era una humana situada al otro lado del ventanal. Pegada al cristal sostenía en una mano la arrugada fotografía de un niño y una niña subidos a una misma bicicleta. Hablaba, o mejor dicho, por cómo se movían sus labios y se contraía su rostro, gritaba, pero su voz no conseguía traspasar el grueso cristal. Tras ella detecté la presencia de otras humanas y humanos sentados en sillas, que no hicieron nada por tranquilizarla, más bien simulaban no verla.
El cuarto humano de la estancia, que hasta el momento había permanecido en un rincón, captó mi interés al girar la cabeza en dirección a un gran reloj de esfera blanca y grandes manecillas negras colgado de la pared; se apretó el nudo de la corbata, tironeó de los puños de la camisa y se abrochó los botones de su chaqueta antes de asentir en dirección al humano de la bata blanca. Este se aproximó a un artefacto situado en la cabecera de la camilla y con movimientos precisos manipuló sus interruptores, acto seguido todos se quedaron inmóviles, incluso la humana dejó de gesticular. Los humanos miraban al frente, como si trataran de evitar fijarse en el de la camilla, en cambio, la humana tenía sus rojos y rabiosos ojos posados en él con desquiciada fijeza.
El caso es que tanta inactividad y embobamiento no podía ser desaprovechado, así que descendí para reanudar mi gustosa libación. Esta vez escogí como zona de avituallamiento el rostro, ya que el tipo sudaba copiosamente y las gotas se deslizaban en abundancia por sus facciones, tentándome con su límpido brillo.
No fue una comida tranquila, de cuando en cuando el humano agitaba la cabeza con unos movimientos que, si bien no me parecieron concientemente dirigidos contra mí sino algo similar a pequeñas, descompensadas y bruscas sacudidas involuntarias, la prudencia manda, así que me obligué a cambiar de posición en varias ocasiones. La última molesta interrupción me llevó a posarme sobre su hirsuto mentón y de ahí me desplacé hasta la entreabierta boca. ¡Mmm...! Qué manjar la boca humana, impregnada siempre de un sinfín de sabores enriquecidos con los más exquisitos matices, pero que desilusión en este caso, al hallar unos labios resecos y mustios. Contrariada, me asomé al interior de la boca calibrando la posibilidad de hacer una rápida incursión —mi excelsa destreza en el vuelo me habilita para acciones incluso más arriesgadas— que me permitiera catar las exquisiteces que pueden descubrirse en una lengua humana. Pero antes de que mi ágil cerebro decidiera que hacer, sucedió.
Lo noté como un cosquilleo provocado por una ligera bocanada de aire, una más expelida por los pulmones de aquel tipo, pero eso fue solo una primera, fugaz y errónea impresión. Hasta la última de mis unidades sensoriales vibró en extremo convulsionada cuando aquella ola invisible me golpeó de lleno, y entonces fue como si toda mi anatomía estallara para, tras un inapreciable instante, reconstruirse en un único punto vital, sensitivo, pulsante, inconmensurable, desbordado de una aterradora y maravillosa sensación de plenitud y clarividencia, de una luz, de un calor… ¡Ah! Lo lamento. A pesar de mi erudición, soy incapaz de describir como merece, el que fue y será, el instante culmen de mi existencia. Hasta aquel día, hasta aquel momento, solo era una humilde mosca, un individuo más de una sufrida especie denostada por muchos, infravalorada por otros, perseguida por todos.
Pero hoy… hoy… hoy soy la mosca que fue capaz de oler, de sentir, de saborear… un alma humana.

19 comentarios:

ibso dijo...

Muy descriptivo e intenso este relato de la muerte humana sentida por una simple mosca.
Me gustó mucho.
Un saludo
ibso

Déborah F. Muñoz dijo...

me gustó verlo todo desde la perspectiva de la mosca, está genial!!

Unknown dijo...

Muy creativo e imaginativo relato, muy bien descrito desde la perspectiva de una mosca y con un sorpresivo final. Me gustó!
Saludos

Angy J. W. dijo...

Me ha encantado! Y vaya con la mosca, me cayó bien xD Fue impactante descubrir que estaba presenciando una muerte (¿era una eutanasia?)
Divertido por los pensamientos de la mosca pero también triste.

Patricia K. Olivera dijo...

Yo me inclino más por pensar que la molesta mosca vivió al mismo tiempo la ejecución de un reo y los distintas emociones imperantes en el ambiente, aunque sin entenderlas obviamente!!
Impresionante aventura que me llevó sobre la mosca viéndolo todo tal cual si estuviera allí. Muy descriptivo!!

Un gusto leerte!

KaRoL ScAnDiu dijo...

Nuuut^^

Qué gustazo es leerte; hasta una mosca con lo asquito que me da, se convierte en magia en tus manos:D

Te quedó genial, la narración exquisita, ¡¡lo he adorado!!

besikooosss

Anónimo dijo...

Nut sencillamente me encanto, el final fue sublime no se por que me encanto, cada palabra me hacia preguntarme sobre la pobre mosca y su desconocimiento no nos pasa a nosotros lo mismo desconocemos la muerte?????????

Esther Van Castle dijo...

Nut-chan!!! Que tal!

Tu blog luce muy lindo, tenía tiempo sin pasar por aquí.

Me ha llamado mucho la atención tu historia sobre esa mosca tan experimentada y curiosa :D Aunque sigo aborreciendo con todo mi ser a esas criaturas iugh!

Espero estés muy bien. Saludos!

Anónimo dijo...

muy bueno, la verdad es que vengo leyendo varios y este mes son realmente interesantes los textos publicados. El tuyo tiene ese toque de morbo sutil cuando te animás a jugar con la muerte. Felicitaciones

un abrazo

María O.D. dijo...

¿quien era la lista en esa habitación?, muy sabia mosca, que buen relato buen relato y buena la historia :) ¡saludos!

Jacstite dijo...

Me encantó tu relato, esa forma tan fluida de contar lo que estas contando y el final es digno del mismo, me ha impresionado gratamente. Te doy mi enhorabuena.

Dora Ku dijo...

Debo felicitarte por tu ingenio creativo. Pensar en lo que siente una mosca no es fácil,lleva a recurrir a una multitud se observaciones y sensaciones.
Lo que me intriga es ver que tú no eres la única que ha escogido a la mosca como personaje principal de su relato. No sé que extraña fascinación ejercen estos bichos en algunos de ustedes, pero me ha dado por pensar que debo observar con más detenimiento a estas criaturas (aunque las repelo)
Eres una muy buena narradora: Doña Ku

PukitChan dijo...

Hola Nut ^w^

Me encantó cómo la mosca hace esa mirada tan peculiar del lugar en dónde está... ¡Y ese final! Es genial sin duda alguna, además de que como siempre, es un relato con grandes maravillas.

Gracias ;3

Kat! dijo...

Uff.. fue fantástico y con un final totalmente sorprendente
Besos :)

Unknown dijo...

Jajaja, me reí con el relato de la mosca, pero por sobretodo muy interesante por los sucesos que rodearon a la trama de la misma mosquita, me encantó Nut. Espero algún día alcanzar tu nivel.

Saludos~

Nut dijo...

Gracias por vuestras palabras y por haber pasado por aquí a leer mi historia. Besotes para todas y todos.

MaskedSkull dijo...

Algo tarde pero segura vengo a dejar mi comentario :P un relato sencillamente maravilloso con tantas sensaciones que casi podía saborear lo que hacia la mosca... creo que eso no suena muy bien xDU felicidades Nut, excelente excelente con esta mosca tan única

La Novia dijo...

Has elegido un personaja nada fácil, yono sabría que hacer con una mosca y tu lo has hecho de maravillas...

Muy intenso hasta el final...

Beso

000latani000 dijo...

Me ha encantado tu historia dentro de otra historia... Por un momento se me han puesto los pelos de punta cuando he entendido lo que estaba ocurriendo! Muy, muy original y el punto de vista... Pues de mosca! Jajaja!
Un saludo!